En el fuego vencido
ya no hay rasgos humanos,
no hay bocas gritando,
no hay huesos destruidos,
ni narices ni rodillas.
todo se transforma
en materia sombría
untuosa y anónima donde intentamos
leer en vano. La ceniza
no tiene nombre.
Sin embargo la conocemos
en lo profundo del esqueleto
sin embargo cae, despacio,
y cubre nuestros rasgos ,
el fuego se apago y las ceniza
volaron como nuestro amor.