viernes, 6 de agosto de 2010

Atardece de nuevo y un día más ciudades diferentes
nos enseñan sucesivos ocasos. Mañana volveremos a encontrarnos, pero hoy, ¿cómo hablarte
de las horas que vendrán y otra vez no serán nuestras?
Está tendido el horizonte y la penumbra se despliega.
Dentro de poco llegará el momento en que todo se detiene y cada cual,por su cuenta, cierra los ojos
Con todo, ¿dejaremos que esto sea algo amargo y terrible,
que el resto pierda su dulzura
como un durazno al caer y pudrirse en el suelo?
Asuntos que el atardecer diluye para así llenar su copa
o abrir una segunda luz, un camino, capaz
de orientarnos hacia la irisación de otra mañana.
Esperando el  atardecer...