domingo, 18 de julio de 2010


Luces apagadas, se ciegan los pequeños ojos,
como si se escondieran entre la niebla,
o debajo de las sábanas de la soledad.
¡Que oscuridad tan inmensa la que la pierde!
Correr, correr entre los arbustos que esconden la felicidad,
correr sin parar, sentir la delicada caricia de la brisa.
Abrir esa puerta que cierra bajo llave el silencio...
... y gritar, poder gritar y amigarnos con la soledad.
Poder caminar de la mano de la tristeza,
secar sus propias lágrimas, hacerle cosquillas.
Que miedo da la oscuridad del vacío que hay en su interior,que difícil es prender esa lucecita que no consigue conseguir.
Y poder correr por el bosque fúnebre de la oscuridad,
nada, nada nos puede pasar, nada puede alcanzarnos.
Abramos la puerta, prendamos la luz del vacío,
demosnos la mano y caminemos en paz.